Mié. May 1st, 2024

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«Rafael, te seguimos esperando en casa»

Rafa formó parte del Ejército Mexicano siendo un jovencito; trabajó como conductor del Servicio Urbano en Ciudad Valles, después en Ómnibus de México, y en Turismo Pirasol, el último empleo por el que hoy su familia no sabe dónde está.

«No hay día que no lo recordemos, tengo la esperanza que un día llegue, lo estamos esperando»

«Rafa era una persona trabajadora, muy dedicado a su familia, súper cariñoso, era una persona muy humana, que se quitaba la camisa por dársela a quien no tenía».

Mañana se cumplirán 12 años del Caso Pirasol: 29 familias esperando a sus seres queridos.

Son ya 12 largos años de angustia para 29 familias que siguen esperando a sus hijos, hermanos, padres.

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Ciudad Valles, S.L.P.- Rafael tenía 30 años de edad. Ese día salió de su casa en la colonia Doraceli, se despidió de su madre y le dijo que luego regresaba. Ya pasaron 12 años y Rafa no está en casa. Él y otros 28 hombres siguen siendo esperados en sus hogares, después de haber desaparecido así, como si se los hubiera tragado la tierra.

Rafael Rodríguez García era uno de los dos choferes del autobús, el otro era Román Castillo, más 27 pasajeros que salieron desde la Huasteca Potosina hacia la frontera tamaulipeca.

Los pasajeros iban a cruzar a Estados Unidos, y la unidad los dejaría en Miguel Alemán, para después ser llevados por «polleros» al «otro lado».

El 17 de marzo de 2010 fue la última vez que supieron de ellos. Se comunicaron con el dueño de la empresa propietaria del autobús, Turismo Pirasol, que eran unidades que se podían rentar para viajes especiales. Sus instalaciones siguen en el mismo lugar, Lomas Poniente, a unos pasos de la carretera México – Laredo, en Ciudad Valles.

La historia ya la hemos relatado en otras ocasiones, y hemos estado en los rezos u oraciones que se realizan en el domicilio de Rafa. Su hermana Ángeles es quien nos ha tenido al tanto de lo que han llevado a cabo desde entonces para encontrarlos.

Recuerda que fue el 22 de marzo de ese 2010 cuando ella puso la denuncia en el Ministerio Público. Le recomendaban no hacerlo. Iniciaban entonces episodios de violencia en esta región, y en Tamaulipas era algo ya usual.

«Al principio teníamos la esperanza de un accidente o que de la Policía Federal los hubieran detenido pero pasaron ocho días, quince, el mes y así fueron pasando los meses y hasta hoy doce años y seguimos buscándolos».

Ángeles integra la asociación Voz y Dignidad por los Nuestros, pero de manera independiente en los últimos meses realiza gestiones para llevar a cabo búsquedas especiales de este caso. Ya son tres y está próxima la siguiente.

«Nuestra esperanza es encontrarlos vivos, pero también ahora sí que estamos en el 50 y 50, puede ser que por la situación de Tamaulipas está muy difícil; tenemos familia pero siempre le pido a Dios que nos proteja y bendito Dios hemos ido y regresado, y por el amor de mi hermano y donde Rafa vaya o salga alguno de sus compañeros le vamos a seguir, para que regresen a su familia como sea, estamos detrás de una verdad no buscamos culpables simplemente a nuestros desaparecidos donde estén».

 

Ángeles no puede permitirse decaer, perder la esperanza de su compañero de vida, menor que ella.

«Tengo la esperanza que un día llegue, lo estamos esperando. Rafa era una persona trabajadora, muy dedicado a su familia, súper cariñoso, el era una persona muy humana, que se quitaba la camisa para dársela a quien no tenía, muchos amigos de él no me van a dejar mentir».

Rafael a los 19 años era soldado: ingresó a las filas del Ejército Mexicano y a su corta edad tuvo una bebé, por lo que se vio obligado a salirse y buscar otro trabajo.

Se salió del Ejército y entró como operador en los autobuses urbanos. Después en la empresa Ómnibus de México.

«Después mi cuñada dice que las niñas lo querían ver, lo extrañaban, cada que bajaba del autobús dos meses trabajaba y quince descansaba; en Ómnibus era rara la vez que pasaba por Valles. Cuando nos avisaba salíamos corriendo de la casa para ir a verlo parar en Valle Alto. Solo nos decíamos adiós, y nosotros con ganas que estuviera en casa, con la familia pero ese era su trabajo y había que respetarlo».

Así estuvo un tiempo en corridas desde Ciudad Obregón – Monterrey – Valles – Ciudad de México.

En Pirasol tenía apenas seis meses laborando; hacía viajes especiales, salían los miércoles.
Era su tercer viaje a Miguel Alemán.

«Tenía 30 años y toda una vida de proyectos, de sueños, siempre soñó con ver a sus hijas estudiadas, profesionistas, y las motivaba a estudiar, decía no importa que yo trabaje y trabaje, quiero que ustedes sean alguien en la vida».

«Un 17 de marzo nos tocó perder a Rafael, pero no perdemos la esperanza que un día regrese; somos creyentes católicos y sabemos que si no lo vemos en este mundo, Dios nos dará otra oportunidad de vernos de nuevo y allá nos vamos a disfrutar».


SI SE LLEGA A DAR UN ENFRENTAMIENTO, TE TIRAS DEBAJO DE LOS ASIENTOS, NO TE PARES, NO TE PARES»

Ángeles traía puesto un chaleco antibalas que pesaba 11 kilos. Ya había pasado por situaciones complicadas, pero una de terror como la de ese momento, nunca.
«Me encomendé a Dios; pensaba en mis hijos, en que me había despedido de ellos porque sabía que quizá ya no volvería a verlos».

Era el mes de noviembre, y tras pasar 10 años de la desaparición de 29 personas tripulantes de un autobús, se realizaba la primera búsqueda en campo especialmente de ese caso, en un punto donde se cree estuvieron la última vez que se tuvo contacto con ellos, en el norte de Tamaulipas.

Es el «caso Pirasol», el autobús que llevaba a 27 jóvenes y jefes de familia de la Huasteca de San Luis Potosí y Querétaro que iban en busca del sueño americano. La unidad los dejaría en Miguel Alemán, y de ahí un «pollero» los cruzaría al «otro lado», pero la última vez que se comunicaron dijeron que iban pasando el poblado Valadeces, que unos hombres vestidos de ropa oscura los habían parado en un filtro.

Este jueves 17 de marzo se cumplirán ya 12 años del suceso. Doce años de dolor e incertidumbre para las familias.

Ángeles es hermana de Rafael Rodríguez García, uno de los dos choferes que llevaban a cargo la unidad.

«AHÍ VIENEN LAS BUSCADORAS DE HUESOS»

«Yo viví esta primera búsqueda del caso Pirasol en los límites de donde desaparecieron, fue algo que nunca me imaginé vivir… todos esos lugares de terror, de mucho terror. El primer día me pusieron un chaleco de 11 kilos, me cansó mucho, nos dieron muchas recomendaciones…».

Le dijeron que en caso de que hubiera un enfrentamiento se tenía que tirar debajo de los asientos de la camioneta, y no pararse.

«Las camionetas de la Marina iban adelante, en medio nosotros, atrás la Guardia Nacional; el primer día vimos algo que nunca se me va a olvidar, venían unas camionetas, íbamos entrando al punto que marcaba las coordenadas, cuando vi algo a lo lejos que levantaba mucho polvo, la oficial de la que yo iba bajo su responsabilidad, me dice, Ángeles por favor no te vayas a parar, pase lo que pase tú mantente abajo, yo sí me espanté la verdad, al ver que las camionetas de la Marina empiezan a abrirse… pensé primero en mis hijos, que me despedí de ellos, la mera verdad no sabe uno si va a regresar, te encomiendas a Dios en ese momento».

En el segundo día acompañó al contingente un helicóptero que sobrevoló y les avisaba cuando podían bajarse de las unidades.

«Encontramos mucha ropa, un ranchito que no se me va a olvidar el nombre, una finca, mi ranchito, muy bonita la finca pero qué lastima, estaba completamente abandonada, Comales, Valadeces, pasamos en el convoy por pueblos fantasmas que solo pasar por ahí te dan miedo, casas completamente balaceadas, me tocó ver una casa con un carrito, de esos carritos de los niños que traen batería grandecito abandonado, mi mente divagó, ¡Qué niño pudo haber dejado ese carrito ahí? ¿Cómo saldría esa familia de ahí dejándolo todo?».

«Es algo terrorífico Tamaulipas; uno se va y regresa, ya conocen ellos (los delincuentes) los vehículos de la Comisión de Búsqueda… por comentarios de otros colectivos, ellos dicen ahí vienen las buscadoras de huesos. Para ellos son huesos, para nosotros es nuestra familia.
Que ese huesito si te da positivo y es tu familiar, vamos a descansar porque nos destrozaron la vida, la verdad el daño que se provocó en el  núcleo familiar cuando éramos una familia feliz…».

Caso Pirasol: Diez años de dolor

 

 

 

 

 

 

 

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