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Filiberto Hernández, el asesino serial de Tamuin

Así, con esa sonrisa burlona, sádica, tal vez de nervios, de miedo, lo vimos y grabamos cuando se encontraba en los juzgados, en el inmueble ubicado frente a Autopark, al sur de Ciudad Valles. Era el anterior sistema de justicia, y se nos permitía a los reporteros abordar o entrevistar a los detenidos. Era corresponsal de  Milenio Tamaulipas, y no se me olvida una de las frases que dijo: soy un hijo de Dios.
Filiberto Hernández Martínez fue detenido el 5 de julio de 2014. Ese día se nos informaba del esclarecimiento de la muerte de 5 mujeres; cuatro menores de edad y una de 32 años. Todas del municipio vecino de Tamuin.

El multifeminicida se encuentra en la lista de asesinos seriales de México.

Éste es un reportaje de Infobae 👇

1971, Filiberto Hernández nació en Ébano, San Luis Potosí; dentro de una familia pobre. Tenía 3 hermanos y 2 hermanas. Según su padre, Marcelino Hernández, fue un chico normal , había trabajado desde una edad joven, y sólo había estudiado hasta un nivel bachillerato, y enlistó en el ejército cuando tenía 17 años .

historia lo llamaría El Monstruo de Tamuín o La Bestia de Tamuín. Los adjetivos que lo describen son certeros por sus acciones. El mexicano, que todavía vive, cazaba niñas en la entidad federativa de San Luis Potosí.
Filiberto Hernández Martínez nació en el municipio de Ébano, ubicado en el mismo estado donde mató, en 1971. Creció en el poblado de Tamuín, en una casa hecha de madera, plásticos y lámina en la calle Prolongación Moctezuma, en la colonia Luis Donaldo Colosio.

El asesino serial perpetró sus crímenes en Tamuín, al sur de la entidad, entre los años 2010 y 2014. Ahí violó y asesinó a por lo menos cuatro niñas y una mujer.
El asesino nació en el seno de una familia de escasos recursos. Tenía una hermana y tres hermanos y su madre se llamaba Julia Martínez. Su padre, Marcelino Hernández, declaró al medio local Pulso que “él se lo buscó”. “Él era buen muchacho, yo los enseñé a trabajar desde chicos, porque había que darles para la escuela y siempre salían a hacer mandados. Aquí jugaban con los vecinos”, dijo

El Monstruo de Tamuín, a los 17 años de edad, dejó la escuela para convertirse en militar. Desde ese entonces su familia dejó de verlo con frecuencia. Cuando regresó casi nunca visitaba a sus padres.
“Aquí no lo queremos y no estamos de acuerdo con lo que hizo”, señaló su hermano Nicolás.
Hernández Martínez era instructor de karate y maestro de catecismo. No eran sus únicos oficios. Durante alrededor de cuatro años se encargó de convertir a Tamuín en un infierno. Poco a poco, con la desaparición de menores de edad, adolescentes y un adulto.
Las autoridades estatales lo detuvieron en julio del 2014. El entonces procurador del estado reveló que se utilizó su confesión para encontrar los cadáveres de dos de sus últimas víctimas: Dulce Jimena, de nueve años de edad, quien desapareció en abril, y Eliehoenai Chávez, de 32, quien fue secuestrada en mayo tras salir de la fábrica donde trabajaba.

“La estrangulé y después la fui a tirar en una caja de cartón”, dijo el asesino de Dulce Jimena. Vivía cerca de su casa. La violó, la ahorcó y después abandonó su cadáver en un sembradío.

El asesino también mató a Adriana, de 13 años de edad. Desapareció cuando caminaba de la escuela a su casa en el 2011. Fue encontrada sin vida el mismo año. Rosa María, de 15 o 16 años, fue reportada como desaparecida el 29 de octubre de 2010. Sus huesos fueron encontrados en el 2014 y su identidad confirmada hasta el 2017.
Itzel, de 12 años, desapareció en el 2013, cerca de donde otros cuerpos fueron hallados. Cuando fue capturado en 2014, las autoridades lo trasladaron a un penal de máxima seguridad en Gómez Palacio, Durango, el Centro Federal de Readaptación Social Número 14 (Cefereso).
Los ciudadanos y el gobierno, antes de su captura, pensaron que se trataba de un robachicos, o que la delincuencia organizada las estaban reclutando, o que una red de trata de personas las secuestraban para después prostituIrlas. No se imaginaban que era la obra de un solo humano.

Él mismo guió a los elementos a los terrenos donde tiró los cuerpos de sus víctimas: la ubicación exacta de los cinco en la zona conocida como El Cañaveral, entre Tamuín y Ciudad Valles (Foto: Cuartoscuro)

Algunos tenían las hipótesis de que las menores habían huido de sus propias casas.
El jueves 3 de julio del 2014, agentes de la Policía Ministerial lograron aprehender a Filiberto Hernández Martínez con la ayuda de las investigaciones privadas de su última víctima. Fue detenido inicialmente por la portación de un arma de uso exclusivo del Ejército. Después de ser arrestado confesó haber secuestrado, violado y asesinado a cinco mujeres.
Él mismo guió a los elementos a los terrenos donde tiró los cuerpos de sus víctimas: la ubicación exacta de los cinco en la zona conocida como El Cañaveral, entre Tamuín y Ciudad Valles.
Pero La Bestia de Tamuín casi queda libre en el 2016, cuando un juez lo liberó de uno de los cinco crímenes que se le imputan. Familiares de Adriana Martínez Campuzano ganaron en enero del 2017 un amparo para investigar de nuevo su caso después de que el juzgado lo exoneró del asesinato y la violación “por falta de pruebas”.

Sandra Campuzano Nava, madre de la víctima, declaró que “fue una gran sorpresa saber que tiene auto de libertad y que nunca aportaron pruebas en mi caso”, reportó Noticieros Televisa. Entonces, abogados de la organización “Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social” de la Ciudad de México acompañaron a los parientes de las cinco víctimas en los Juzgados de Ciudad Valles.
Constataron “la falta de interés de las autoridades de que se ha estado realizando bien el trabajo, de que se ha estado constantemente diligencias; cosa que es totalmente falsa”, dijo el abogado Edwin Alan Piñón González.
Las familias tenían miedo de ser abandonadas por la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas y que El Monstruo de Tamuín también fuera absuelto por los otros casos.
Gloria Castillo Torres, madre de Itzel, declaró en octubre del 2016 que “no hay nada, no hay avances; estamos hablando de junio del 2016 hubo una notificación que realmente no se me entregó personalmente”, de acuerdo con Noticieros Televisa.

Se le había otorgado auto de libertad porque un juez determinó inconsistencias en su detención y porque Filiberto Hernández Martínez manifestó que había sido torturado para confesarse como culpable. El caso por el que se le dictó la resolución fue por el homicidio de Adriana.
La menor de 13 años de edad había sido violada, estrangulada y después asfixiada con una bolsa roja que seguía en su cuerpo cuando fue hallado.
Además, un reportaje de Cimacnoticias de septiembre del 2016 reveló que Filiberto Hernández Martínez no era un extraño para Adriana y que antes de asesinarla la había acosado sexualmente. Durante una colecta escolar, la víctima fue agredida “varias veces” por la Bestia. Sandra Campuzano Nava lo desconocía hasta que amigas de su hija se lo contaron.
Sandra notó el comportamiento extraño de su hija después del abuso: Adriana comenzó a aislarse, se comportaba de manera distinta y su desempeño en la escuela bajó. “Nada, mamá, te prometo que esto va a pasar”, le dijo la víctima cuando su madre le preguntó qué pasaba.
“El pueblo entero mantenía silencio, tenían miedo porque acosaban y torturaban a los compañeritos de Adriana, las madres y padres de los alumnos se sentían intimidados por la forma de actuar de los policías ministeriales”, recordó y denunció Sandra al medio.
En verano del 2019, reportes señalaron que el feminicida serial sería trasladado del penal de alta seguridad en Durango a la Huasteca Potosina para realizar una serie de diligencias. No obstante, no fue confirmado por las autoridades y, actualmente, tampoco se conoce con exactitud dónde se mantiene recluido, aunque se presume que continúa en el Cefereso de Gómez Palacio, Durango.


Lo que sí se sabe es que hasta ese año no había sido sentenciado por ninguno de sus crímenes.
En el 2018, la madre de Itzel Romani relató en Facebook su experiencia: “Ahi estaba ella y no presisamente como hubiera querido volver a verla… muy fuerte pero sucedió .. sus restos frente a mí envuelta en una sábana que meses antes había sido blanca, entre los escombros y sujeta con mecates, solo se distinguía un tenis y una periquera y muy apenas su color… Meses de búsqueda incansable, de días sin comer y noches sin dormir… (…)

“Al fin la encontré para tenerla junto a mí solo unas horas y tener que despedirla para siempre, con un dolor sin nombre, una rabia que me hacía bufar, con una impotencia que me hacía dudar de mi fuerza porque sentía desfallecer, quería cerrar los ojos junto a ella para no abrirlos mas… sin embargo su amor por mí me hizo levantarme para luchar y exigir justicia para quien tanto daño le hizo y hoy hace cuatro años la sepulté… (…)
“Mi hija tan solo de 11 años y que un tipo escondiéndose en la iglesia y con ello lograr la confianza de la comunidad el 24 de enero de 2013 la raptó y le arrebató la vida de una manera violenta y que ahora para las autoridades solo es un presunto responsable aun con pruebas fundamentadas y una confesión sin tortura, sin escrúpulos indicó el lugar en donde la tiró… y fue por eso que fue encontrada porque días antes lo habían aprehendido … (…)
“Y aun sin sentencia después de más de 4 años tras la rejas en un penal del Estado de Durango… Soy una madre a la que le arrebataron una pequeña hija a la que violaron y estrangularon despiadadamente y por ello aún sigo buscando y luchando por #Justicia …”, escribió.

Enlace de la nota original de Infobae, agosto 2021

https://www.infobae.com/america/mexico/2021/08/21/catequista-maestro-de-karate-y-asesino-serial-la-historia-de-filiberto-hernandez-martinez/

 

 

 

 

 

 

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