«Mi mamá murió esperando ver a mi hermano»
CASO PIRASOL: UN AÑO MÁS DE AGONÍA
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Ciudad Valles, S.L.P.- Ángeles Rodríguez García llora sobre la carretera que hace 13 años transitó su hermano por última vez. Coloca una lona en la que aparecen el rostro de él y de otra treintena de hombres, cuyos familiares sufren la agonía de su ausencia, de no saber qué pasó con ellos, de no saber dónde están.
A esa treintena de hombres (adolescentes, jóvenes, adultos), se les vio frustrado su objetivo de lograr el sueño americano. Desde el 17 de marzo de 2010 son identificados como los desaparecidos del autobús Pirasol.
Ángeles ahora no solo tiene en un altar de su casa la fotografía de su hermano; desde hace unos meses está también la de su mamá. Murió hace seis meses, después de enfermarse «por tanta tristeza» de no ver a su hijo más chico.
Rafa era uno de los dos choferes del autobús que iba hacia la frontera de Tamaulipas. Tenía apenas unos meses en esa empresa, después de estar en líneas de autobuses foráneos y urbanos de Ciudad Valles.
Tenía 30 años cuando desapareció, o lo desaparecieron.
«Perdí a mi hermano, perdí a mi mamá; antes de partir me encargó que no dejara ésto, que siguiera buscando. No buscamos culpables, solo queremos encontrarlos a ellos «.
Ángeles ha sentido el temor de salir a escarbar, dejando en casa a su hija, a su familia. Sus labores de esposa y madre las debe combinar con la de buscadora.
Además de la ausencia de su hermano menor, ha sufrido también la omisión de las autoridades. Por varios años las investigaciones en San Luis Potosí estuvieron estancadas, el expediente estuvo «perdido», y hasta hace pocos años las fiscalías estatal y de la República ubican el caso. No han podido tener audiencia con el Presidente López Obrador después de que hace meses se las pospusieron.
En los últimos dos años, Ángeles ha estado en recorridos y búsquedas en municipios como Valadeces, Camargo, Comales, en la zona donde se cree estuvieron por última vez.
De estar un día en una mecedora en su casa de la colonia Doracely, y al siguiente tener que portar un chaleco antibalas de 11 kilos de peso, rezando para pedir volver a ver a su pequeña hija. Los buscan vivos, pero a la vez los buscan entre esos huesos desechos que salen a flote después de hurgar la tierra.
Ese noviembre de 2020, en la primera búsqueda oficial, llegó a creer que ya no regresaría a casa.
«Pasamos en el convoy por pueblos fantasmas, casas completamente baleadas, me tocó ver una casa con un carrito, de esos carritos de los niños que traen batería grandecito abandonado, ¿Qué niño pudo haber dejado ese carrito? ¿Cómo saldría esa familia de ahí dejándolo todo?».
Ya son 13 años de dolor para 31 familias de San Luis Potosí, de Hidalgo, de Querétaro.
¿Ahora qué temes, ahora que ya perdiste también a tu madre?
– Busco a mi hermano y ahora menos debo temer ni parar hasta encontrarlo.
Rafael Rodríguez García es buscado por su hermana, pero hay en esa lista de 31 que no son buscados, principalmente del estado de Hidalgo y municipios del sur de la Huasteca Potosina, porque sus familias son tan pobres, que desistieron de movilizarse para hallarlos. Otros solo esperan un milagro, deseando un día volver a abrazarlos.