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«Había familias completas muertas, todo destruído, veía a la gente llorando»

Originario de la Huasteca Potosina, Doroteo González recuerda el 19 de septiembre de 1985 como si fuera ayer.

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Coxcatlán, S.L.P.- El 19 de septiembre de 1985 es un día inolvidable para muchos. Se vivió una de las peores tragedias por un fenómeno natural, que dejó dolor para miles de familias.

Doroteo González Hernández es originario del municipio de Coxcatlán en la Huasteca Potosina, y vivió el desastre, agradeciendo hasta hoy no haber sido una de esas víctimas.

«En 1984 tenía 17 años y me fuí a la Ciudad de México para trabajar. La mañana del 19 de septiembre de 1985 yo aún estaba dormido pero de repente entre sueños sentí que mi cama se movía y aún casi dormido pensé que alguien había entrado a mi cuarto y movía mi cama. Inmediatamente desperté bien y no había nadie en mi cuarto. Al mismo tiempo veía que todo el cuarto en el tercer piso se movía, caminé hacia la puerta y al abrirla vi que todas las casas, postes de luz estaban en movimiento».

Se fijó en el reloj, que marcaba las 7:19 de la mañana.

«Recuerdo que todas las programaciones de radio y televisión fueron suspendidos para dar las primeras noticias del terremoto. Grandes edificios quedaron hechos escombros, entre los escombros gente atrapada muertos y heridos».

Habitaba entonces en la calle Nogal de la colonia Santa María La Rivera de la Delegación Cuauhtémoc en el Distrito Federal.

«Yo trabajaba en una fábrica de dulces y chocolates, pero también pude trabajar en una panadería que estaba cerca, y de los que conocí en la fábrica nunca supe más de ellos porque regresaron a su lugar de origen, algunos del Estado de México, de Hidalgo, de Puebla, de Guerrero y yo de la Huasteca Potosina».

Dice que gracias a Dios conserva la única amistad de una señora del estado de Durango radicando en la Ciudad de México de nombre Ramona Rivas Solís, a quien en ocasiones llama por teléfono y se acuerdan del suceso.

«Después del terremoto seguí en la ciudad de México hasta casi finales del año de 1986. Regresé a mi lindo Ejido Tazaquil para quedarme definitivamente».

De esta historia – dice -, hay mucho que contar, gente que se quedó sin casa, sin trabajo, familias completas muertas, casas derrumbadas, grandes tiendas derrumbadas, hoteles, etcétera.

«Ví mucha gente llorando, gente que se pasaban días y noches esperando saber de algún familiar que hubiera quedado entre los escombros».

Mañana se cumplen 35 años de la tragedia.

 

 

 

 

 

 

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