Raúl García Salazar, «el cubano» al que Dios dio otra oportunidad

«A ESTA VIDA VINIMOS A SER FELICES»

RAÚL GARCÍA SALAZAR «EL CUBANO HUASTECO» TIENE CLARO POR QUÉ DIOS LE DIO OTRA OPORTUNIDAD

Era 13 de julio de 2011, había salido de mi casa a trabajar como todos los días, de la empresa Muebles América que ya no está pero estaba por atrás del CBTIS, eran muebles que vendíamos a maestros en los municipios de la Huasteca. En ese momento yo iba a Tancanhuitz con una clienta que iba a ver los productos.
Pasando El Pujal en la entrada a El Refugio, una camioneta que me comentan después que era el secretario particular del presidente de Tancanhuitz me chocó y él huyó porque pensó que yo estaba muerto.
Como íbamos en convoy, una compañera – Margarita -, espantada llorando, porque en la empresa éramos como una familia convivíamos mucho, se fue conmigo en la ambulancia llorando, creyendo que estaba muerto, porque no reaccionaba, incluso ella me checaba la respiración.
Yo iba en una camioneta Pointer, de esas chicas, como tenía seguro, alrededor de 250 mil pesos de seguro, inmediatamente a mi hermano le preguntaron a dónde me llevaban, y me trajeron a una clínica.

Me daban por muerto, a mi mamá le dijeron, sabe qué, le tenemos que decir la verdad, está sumamente grave, tenemos que hacer una operación urgente, necesitamos que nos autorice, no sabemos si va a vivir.
Mi papá que era muy religioso se la pasaba todos los días en la capilla.

Era un golpe en el cerebro y era nadamás de administrar para ver cómo reaccionaba, no hubo mucha hemorragia, solo había sido el golpe, fue traumatismo craneoencefálico grado 3 severo, lo ví en el estudio cuando estaba bien años después. Se me inflamó el cerebro, los primeros dos, tres meses después no era capaz de leer nada, estaba paralizado.

De ahí quedé en coma un mes y medio, no sabían si iba a sobrevivir.

Mi mamá buscó al doctor Izaguirre, neurólogo especialista hasta que lo encontraron, tomó el asunto y se dio cuenta que estaba mal administrado de medicamentos, me lo cambió inmediatamente y en poco tiempo reaccioné, salí del coma, sorprendentemente días después de cambiar el medicamento salí del coma.

Se acabó el dinero del seguro, preguntaron a mi familia a dónde me llevaban, yo tenía seguro (IMSS), y ahí fue mi rehabilitación, me atendieron bien, había varias cosas que hacerme todavía. Yo no podía hablar, como seis meses estuve así, usaba pañal, no podía caminar, me cargaban al baño.

En ese tiempo mi bebé estaba chiquito y empezaba a caminar; me acuerdo que nos ponían a los dos a caminar, a veces él lo hacía más rápido que yo, no recordaba nada, no sabía ni cómo me llamaba.

Me acuerdo que mi caso se parecía al de Michael Shumager que también tuvo traumatismo cráneo encefálico como yo.

Te cambia la vida, a mí me ayudaron cuestiones de meditación, y empecé rehabilitación en el IMSS donde hay muy buenos aparatos. A los dos años tenía 60 por ciento de recuperación, aún tenía lenguaje lento por la inflamación.

Mi casi hermano el arquitecto Alfonso Díaz de León me dió oportunidad como regidor en la administración del alcalde Juan José, que me ayudó a desarrollarme mentalmente, y creo que parte de las ‘secuelas’ es que te vuelves más auténtico, no te da miedo señalar. Me acuerdo que hice muchos votos en contra a pesar de que había llegado por el Partido Verde en alianza con otros partidos.

Esa labor me dio mucha energía, después fui a varios retiros espirituales, meditación.

Aprendí a disfrutar cada momento, a escuchar el canto de los pájaros, el ruido de las personas, a valorar cada detalle de la vida.

Hoy estoy yo creo a un 150 por ciento de recuperación y hasta soy trailero.

Tengo un hijo y una niña que adoro con todo mi corazón y estoy seguro que a esta vida vine a ser feliz
en cualquier escenario: político, trailero, vendedor, funcionario público, a ser auténtico, ser como eres, disfrutar todo, dar el máximo en cualquier momento, en cualquier lugar disfrutar al máximo y dar el máximo.

El día que me vaya me iré muy feliz porque conocí verdaderos amigos, porque haré siempre lo que me haga sentir pleno, porque a esta vida llegamos para ayudar, para servir, para ser feliz.