Dom. May 19th, 2024

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Noticias desde la Huasteca Potosina

Ocho años y no llega la justicia…

 

Feminicida de cinco mujeres, la mayoría adolescentes, no ha recibido
sentencia y lo peor: temen salga libre.

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Tamuín, S.L.P.- El 3 de julio de 2014 conocíamos la noticia: un sujeto
(catequista, maestro de karate, ex militar) había sido detenido y era el
principal sospechoso de haber dado muerte a cinco mujeres en el lapso de
cuatro años, a quienes violentó sexualmente, las asesinó y las fue a tirar
a terrenos baldíos, a cañaverales.

Era el mes de mayo, iniciaba la Feria del municipio, y una noticia
nuevamente cimbraba al pueblo catanero, otrora potencia nacional en
ganadería. Una joven mujer había desaparecido, era la segunda en fechas
recientes, y la número cinco desde unos años atrás. “Es la delincuencia
organizada que se las llevan para prostituirlas a otras partes”, “las
venden o seguramente es para quitarles los órganos”, eran las frases
repetidas en las pláticas de los ciudadanos. Incrementó el temor social,
inició una especie de pánico colectivo, y Tamuin nuevamente era nota
nacional, por otra desaparición.

Jamás nadie habría sospechado que el victimario se encontraba entre ellos,
entre los ciudadanos, y menos aún, que fuera un maestro de karate, un
catequista.

Don Lupe empezó a vivir el episodio más doloroso de su vida.

El señor Guadalupe Chávez vive desde el 6 de mayo de 2014 una pesadilla.
Fue el último día que vio a su hija mayor, Eliehoneahi, quien tenía 32 años
y trabajaba en una empacadora. Las cámaras de la empresa, Ensacar, fueron
las que captaron parte de las últimas imágenes de Eli con vida.

“El lunes tomamos café juntos, el martes almorzamos, la fui a dejar al
trabajo y ya no la volví a ver. En la tarde vemos que no llegaba, me voy al
trabajo y el vigilante me muestra el libro de salidas y hasta las cámaras,
ella salió a las 7:40 de la tarde, a las 7:43 hizo una llamada a San Luis,
mi hija ya no apareció ni en el trabajo, ni en el teléfono ni en la calle”.

El miedo se apoderaba conforme pasaban los minutos. Se hizo de noche y fue cuando optó la familia por iniciar la búsqueda. Fueron a las instituciones de seguridad, pero sintieron mayor confianza con los militares, en la base
que en ese tiempo estaba.

“Esa y muchas noches no dormimos, día y noche buscando, si acaso un rato
nos acostábamos pero salíamos a buscar entre montes, casas abandonadas,
pueblos cercanos, a San Vicente, Ébano, incluso Tampico porque nos avisaron
que habían encontrado cadáveres, pero no estaba”.

(Primera parte)

 

 

 

 

 

 

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