¿Conoces a Ramírez?
«Me mataron a todos… todos están muertos».
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Ciudad Valles, S.L.P.- “Era el kilómetro 46 cerca del ejido Rancho Nuevo, Tamasopo, en la carretera Valles – Rioverde, como en el 2007; fue el primer accidente en el que tuve contacto con una persona que se estaba muriendo, era un camión contra un vehículo en el que viajaban varios jóvenes de Valles que estudiaban la universidad en la capital. Dentro de ellos iba un amigo y vecino de la colonia donde yo vivía, se llamaba Toño, no recuerdo qué estudiaba pero venían cada fin de semana, era tiempo de lluvia, el coche derrapó y chocó con el camión. Toño quedó prensado, cuando llegué tomé fotos, y después de ver que era él le hablé, me decía llama a mi familia. Yo lo veía tranquilo, hablaba normal, pero estaba prensado con el volante y se veía muy lesionado, me pedía que le hablara a la ambulancia y que si yo podía sacarlo pero le dije que esperara tantito. Llegó la Cruz Roja y yo me moví de ahí para buscar señal y llamar a mi casa para que avisaran a los familiares porque yo no tenía sus números, pero nunca pude hallar señal. Ya cuando regresé, los de la Cruz Roja me dijeron que acababa de fallecer”.
Fue el primer suceso que impactó a «Charmin», a poco tiempo de haber ingresado como reportero de la sección policiaca.
“Otro accidente que me impresionó fue uno de una familia que había venido a su tierra a la Huasteca desde una ciudad de la frontera donde residían por cuestión de trabajo. El vehículo en el que ya regresaban se salió del camino y volcó pasando Laguna del Mante. Eran como seis personas. Cuando llegué estaba la mamá a unos metros del carro, tirada, doliéndose de las heridas y pedía que ayudaran a sus niños y preguntaba por su bebé. A unos pasos estaba el cuerpecito de una niña ya cubierto con una cobija pero ella no alcanzaba a verlo. De recordarlo se me vuelve a hacer un nudo en la garganta. Esa vez solo llegó una ambulancia y no había cómo trasladar a los demás heridos y me ofrecí a traer a un niño en el carro de la empresa, lo traje con un familiar adulto que no había tenido tantas lesiones, los dejé en el IMSS”.
Daniel inició como reportero por circunstancias del destino, porque su deseo en ese tiempo era tener la carrera de Informática.
Es de Tamaulipas porque de allá son sus padres, pero dice que ya es tres veces huasteco, porque nació en Tampico, la infancia la vivió en Pánuco y desde la adolescencia vive en Ciudad Valles.
¿Cómo iniciaste en los medios de comunicación?
– Tenía 17 años, estaba en bachillerato y mis padres me dieron la oportunidad de estudiar la carrera técnica en sistemas computacionales en una escuela privada que había en la calle Hidalgo.
Un día ya iban a cerrar y llegó un hombre muy apurado buscando a la directora; era Julián García Barcelos, entonces gerente de Televalles, quien era amigo de la directora.
Platicaron en su oficina y al salir ella le dijo que yo estaba por terminar mis estudios. Me preguntó si me interesaba trabajar, pues en la empresa necesitaban un diseñador gráfico de manera urgente. Yo acepté, porque como cualquier joven vi la oportunidad de empezar a ser independiente, demostrar que podía estudiar y trabajar, e incluso apoyar económicamente a la familia.
¿Cómo te fue, qué hacías en ese primer trabajo?
– No tenía idea de cómo se hacía televisión y me sorprendió la cantidad de personas que están detrás, gente que anda en el campo, en estudio, en redacción, en la cabina que estaba compuesta por director de cámaras, de audio, editores de audio y video, y mi trabajo estaba ahí, en el área «de los gráficos».
Me encargaba de poner los subtítulos. Todo era sobre tiempo, todos teníamos que estar a prisa porque tan solo unos minutos de retraso podía echar a perder la labor de los demás.
Todo ese trabajo me dejó asombrado y me atrajo a quedarme, a pesar de las presiones porque mi jefe inmediato tenía un temperamento muy fuerte, no sólo me reprendía cuando algo salía mal sino que me gritaba, me insultaba, a la hora que fuera y frente a quien fuera, por eso más de una vez pensé en salirme pero después me di cuenta que era necesario, y fui aprendiendo de todo.
Daniel recuerda que después llegó una crisis en la empresa y hubo un despido masivo que a él no le tocó, pero tuvo que quedarse a hacer la función de por lo menos cuatro o cinco trabajadores de diferentes áreas al mismo tiempo.
“Era más presión pero eran retos que quería superar y lo hice. Dos años duré en la televisora, y renuncié porque a pesar de que puse todo mi empeño, me pagaban muy poco y me negaron un aumento de sueldo que solicité, de tan solo 200 pesos en la quincena”.
Fue como – poco después-, ingresó a la empresa en la que hasta hoy se mantiene como informador.
“Entré a Huasteca Hoy como fotógrafo y a la postre algunos compañeros renunciaron y quedaron vacantes espacios para reporteros, entonces como yo tenía nociones, el jefe, Armando Acosta, me pidió que lo apoyara cubriendo información policiaca, que si lo hacía bien me quedaba en el puesto, con un salario un poco más elevado, y sino pues seguía de fotógrafo. Fue cuando empecé a redactar noticias, no se me complicó nada, y me quedé; me gustó porque de primera mano conocía hechos de impacto de mi ciudad y a la vez compartía esas vivencias a todos los lectores. Desde mi punto de vista ese es el trabajo de nosotros los reporteros, prácticamente llevar a los lectores al lugar de un hecho, que se enteren de casi todos los detalles».
Ser reportero o periodista te obliga a aprender de otros oficios o profesiones. En ocasiones te vuelves abogado de ocasión, otras psicólogo, mercadólogo, profesor, pero lo más valioso es desempeñar esa función con ética y responsabilidad, ser imparciales y no mentir.
Por su labor en la sección policiaca, Daniel también da cuenta de cómo las instituciones de auxilio y seguridad trabajan con carencias. Las Policías, Cruz Roja, Bomberos hacen su labor a veces sin suficiente equipo o personal. Hace no mucho, en febrero, le tocó ver cómo las maniobras para sacar a una mujer de un camión cañero chocado tardaron alrededor de una hora, y en su transmisión en vivo fueron miles de personas las que vieron cómo al final falleció.
También lamenta que a los usuarios se les haga fácil criticar, opinar o sugerir tras una pantalla, cuando no conocen las circunstancias en las que laboran esos cuerpos de auxilio.
Aunque la labor te sugiere no involucrar sentimientos, a veces es imposible. Charmin vio a dos niños y una mujer ensangrentados sin vida en un cuarto. Un hombre violó a la mujer y después la acuchilló a ella y sus hijos. También ha visto adolescentes y jovencitos pendiendo de un mecate, a madres llorando por sus hijos desaparecidos. También ha visto cómo un cuerpo se vuelve tan frágil o puede quedar en pedazos después de un accidente de motocicleta, o por balas de grueso calibre. Le tocó también dialogar con homicidas minutos después de cometer el crimen o recién detenidos.
Otro de los sucesos más tristes que recuerda haber vivido, fue cuando, en noviembre del 2017, acudió al reporte de una persona calcinada en una vivienda del fraccionamiento Praderas del Río.
“Me dijeron que había un hombre sin vida dentro de una casa, un hecho al parecer de la delincuencia organizada; llegué con un compañero y en ese momento había pocos policías, aún no acordonaban, tomamos fotos del exterior y en la entrada donde se veía en la sala sobre un sofá un cuerpo totalmente carbonizado, tomamos imágenes, nos retiramos y luego los policías que estaban adentro verificando salieron y se dirigieron a mí, preguntando si tenía número de familiares del fallecido o si sabía dónde vivía y eso me causó extrañeza. En eso sacan un portaretrato pequeño que estaba sobre un mueble, me lo enseñan y es cuando vi de quién se trataba. Era un ex compañero que estaba en la foto con su familia, les dije sí lo conozco pero desde hace años que se salió y era taxista. Me dolió mucho porque aparte de ser compañero tenía amistad con él desde la infancia porque era mi vecino en ese mismo sector”.
Otro episodio que jamás olvidará fue el del “viernes negro” en Ciudad Valles, 30 de julio de 2010, el día más violento que se ha vivido hasta ahora en esta urbe, una de las más importantes del estado potosino.
Fue el primer atentado contra la Policía Municipal, cuando estaba la comandancia en el Bulevar México – Laredo.
“Ese día me tocaba hacer guardia, había terminado el trabajo en oficina y me iba a mi casa, eran como las 6:30 de la tarde y de pasada dejaría en su casa a mi compañera Perla Irineo; íbamos por el bulevar Lázaro Cárdenas y en eso me dice ¿viste eso? Acababa de pasar una camioneta de modelo reciente, doble cabina con personas encapuchadas con armas largas por fuera de las ventanillas. Yo seguí avanzando, llegué a la esquina de La Queretana y me llamó la atención que en el carril opuesto estaba una camioneta abandonada y el resto de los vehículos que iban en circulación se estaban dispersando a calles aledañas.
“Ya valió… está feo ésto”, fue lo que se dijeron ambos. Charmin y Perla no habían visto antes en esta ciudad una unidad con personas armadas a plena luz del día, así que se secaron el sudor de la cara por los más de 35 grados que se registraban en ese momento, y solamente se quedaron pensando, temerosos.
Dice Charmin que no había cruzado la vía del tren cuando el presentimiento se hizo realidad. Empezaron a escuchar ráfagas que los puso aún más nerviosos.
“Oíamos como si estuvieran a la vuelta de la esquina, se escuchaba muy fuerte, no sé si fueron cinco minutos o tres o más pero lo sentimos como una eternidad. Perla me dice, dale no te pares, la dejé en su casa ahí cerca de Valle Alto y se seguían oyendo los tiros, me dice no te vayas a regresar, pero pues era mi trabajo”.
Con la adrenalina a tope, Charmin se fue hasta la entrada principal de Valle Alto en la carretera al Mante y vio cómo en sentido contrario los autos se regresaban del puente negro.
“Bajé normal y vi patrullas tapando la circulación en la intersección de bulevares, entonces también me tuve que retornar en sentido contrario, me fui hasta atrás de Soriana, me metí por el Colonial, luego hacia Norte Residencial y salí a Ejército Mexicano y enfilé por la Lerdo de Tejada; para entonces ya tenía llamadas y mensajes en el cel donde me decían que habían disparado contra la Policía y que había muertos».
El Tsuru blanco con el logotipo de la empresa llegó hasta la calle Frontera a unos pasos del bulevar que atraviesa la ciudad. Lo estacionó a un lado de la pizzería, y entonces sus ojos vieron la escena cruenta que recuerda como si hubiera ocurrido hace poco.
“Lo primero que vi fue una patrulla toda baleada y en la defensa en la parte trasera estaba sentado e inclinado hacia adelante el subdirector de la corporación, Francisco Javier Meléndez Ponce, en ese entonces el director era Vite. Lo veía como si le faltara la respiración y creo que estaba llorando; me acerqué, le pregunté qué había pasado y solo me dijo, me mataron a todos, todos están muertos. Evidentemente estaba en shock”.
Su corazón latió más fuerte, cuando vio el número de patrulla. Era la que manejaba regularmente un conocido, un amigo de años que se supone estaba como responsable de turno.
“Juan José Rocha Mireles, le llamé y me dice qué pasó, le dije tú traías la patrulla, dice estoy en San Luis vine a exámenes. No sabía aún lo que había pasado, le dije balearon la corporación”.
Con las piernas temblando y aún incrédulo por el escenario de terror alrededor, llegó hasta la entrada a la Comandancia, donde ya estaba todo acordonado. Había decenas de policías y en el piso brillaban los casquillos recién percutidos. Cinco personas estaban sin vida. Unos policías, un oficinista del área de Tesorería y un adulto mayor que estaba en el departamento del Inapam cuya oficina se encontraba en el mismo inmueble.
“Se me vinieron a la mente todos a los que conocía porque a diario iba a esas instalaciones a recabar información, en barandilla siempre había dos elementos custodiando, en área de radios y teléfonos otros dos o tres, el de recepción. Ya con los minutos empezaron a surgir nombres, y algunos los conocía solo de vista. Me apresuré, tomé fotos y me fui hacia la Coca porque reportaban que allá había otros dos policías muertos. En total fueron siete las personas asesinadas”.
“En la patrulla falleció uno, y después supe que sobrevivieron dos de cabina de radio y me contaron la historia de cómo fue que la libraron: entraron los delincuentes y ellos no se tiraron al suelo, se pegaron a la pared de tal forma que unos muros de concreto como de un metro cuadrado que estaban ahí los tapaba, eran muy delgados, los delincuentes entraron pero no vieron a nadie, rafaguearon y se salieron, si los hubieran visto también los matan”.
Después de eso, supo después que por lo menos tres o cuatro elementos renunciaron, hubo algunos que fueron incapacitados por las secuelas de heridas de las balas.
“Ya después escuchaba las historias, la mayoría decía que aunque hubieran querido reaccionar no tenían cómo. Eran si acaso unos diez a 15 que tenían portación de arma pero traían solo un revólver o escopeta, ¿qué podían hacer contra los AK 47 y las R15?”.
Este trabajo obviamente te deja también momentos de satisfacción.
– Uno es, que reconozcan que gracias a mi esfuerzo ahora soy de los más destacados en mi ámbito, y no sólo el reconocimiento de los colegas, sino de los mismos lectores, pero también, que ahora aunque trabajo mucho más de lo que cualquiera pueda imaginar, tengo un ingreso que me permite darle a mi familia una economía estable. Aclaro, este trabajo del reportero es de los peores pagados, yo creo que gana más un empleado de mostrador en una tienda de ropa que un reportero.
Desde hace poco más de un año, Charmin, como le decimos de cariño, colabora en un portal informativo independiente y por sus coberturas oportunas en los hechos policiacos, ha generado la atención de miles de usuarios. Con su peculiar estilo, su modo amable de relatar, la confiabilidad de la información y hasta la buena vibra que transmite tras un teléfono, se ha ganado la simpatía de la gente que con solo hacer click puede escuchar y ver lo que ocurre al momento. En esos lectores se volvió cotidiano, a modo de broma, llamarlo “Ramírez”, como se ve en series o videos donde los protagonistas son policías. Charmin ya tiene hasta memes de esa famosa frase ¿Qué tenemos Ramírez?
Esta labor también te pone en situaciones de riesgo, pero de las cosas que Daniel más lamenta, es haber perdido momentos de la vida que ya no tienen retorno.
“Se dejan de lado las celebraciones familiares, las convivencias, yo no he podido pasar un día completo con mi hijo, solo estoy disponible por horas, por minutos, así es la vida de un reportero, y creo que todos quisiéramos aunque sea una o dos veces por semana dejar el teléfono y desconectarse del mundo, aunque eso significaría dejar de informar a los lectores”.
REDACCIÓN. Imelda Torres.