Tere Medina: siete años buscando a su hija
Se convirtió en madre de sus nietos, ante la ausencia de su hija.
Libreportaldenoticias.com
RIOVERDE, S.L.P.- «Lo primero que hago siempre al despertar es ver el celular, esperando ver un mensaje donde me den noticias de ella».
Tere Medina sufre la ausencia de su hija desde hace ya siete años y medio. La madrugada del 14 de junio de 2013, Perla Guadalupe Padrón Castillo, entonces de 27 años, fue sacada a la fuerza de su domicilio, junto a su pareja José Alberto Gallegos Torres, de 25.
«Solo me dijeron que llegaron hombres armados, encapuchados y que los amenazaron y se los llevaron, que los golpearon, pero ya no volvimos a saber de ellos». Ésto en la colonia Demócrata, en el municipio de Ciudad Fernández, San Luis Potosí.
Además de vivir la angustia de desconocer dónde y cómo se encontraba su hija, tuvo que pasar por la indolencia de las autoridades. El agente del Ministerio Público al que solo recuerda como Antonino, la trató de una manera grosera y déspota y se negó a recibirle la denuncia, porque ya otra persona había denunciado la desaparición, en ese caso del joven.
En ese tiempo aún existía mucho temor en el tema de desapariciones y las autoridades no hacían nada por buscarlos, y fue hasta que se integró al colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros, que se realizan operativos de búsqueda, dando una esperanza de hallarla.
«Todos los días me levanto y ya me acostumbré a ver el teléfono, esperando de un mensaje donde me digan algo de ella».
Guadalupe dejó a dos pequeños en casa: un bebé que tenía escasas semanas de haber nacido y una niña que, desde entonces se convirtieron en hijos de Tere ante la ausencia de su madre.
Ha dejado esas tareas de cuidado en varias ocasiones, al tener que salir a operativos que realiza el colectivo junto a las autoridades. Ha estado presente en el hallazgo de restos humanos y aunque desea con todas sus fuerzas encontrar a Perla con vida, sabe que de un momento a otro pudiera hallarla entre pedazos de huesos. Es muy cruel, inhumano, pero al menos así muchos padres tienen el consuelo de tener algo de sus desaparecidos e irles a llorar a una tumba.