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Doctor Antolín: médico por convicción, y por circunstancias del destino

 

Quería estudiar agronomía para regresar al campo.

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Ciudad Valles, S.L.P.- El doctor Antolín Guerrero Márquez nació y creció en la zona rural, por eso su intención era ser Ingeniero Agrónomo, para dedicarse a actividades que tuvieran que ver con el campo. Las circunstancias lo llevaron a estudiar la profesión que hoy ama, y que le ha dejado grandes satisfacciones, pero a la que llegó después de, lamentablemente, ver morir a uno de sus seres más queridos.

«Nací en el rancho La Libertad, cerca del ejido La Estribera, mi papá cuidaba ese rancho propiedad de Miguel Ángel Ocejo. Somos once hermanos en total pero el mayor falleció recién nacido».

Doña Agapita, una señora robusta, güera, de mejillas rosadas, que siempre portaba un mandil grande y una toalla a la cabeza, atendió todos esos partos, aunque su actividad principal era la de hacer y vender pan usando unos enormes canastos.

El ejido La Estribera se encuentra a más de 25 kilómetros de la mancha urbana, y luego hasta La Libertad había que caminar otros diez kilómetros, pues en ese tiempo eran muy escasos los vehículos.

«Estuve en la primaria Librado Rivera en La Estribera y en 1974 nos cambiamos de domicilio al ejido Cerro Alto, entonces teníamos que irnos caminando».

Eran tiempos de andar a caballo, en burro. Caminaba de Cerrro Alto a Chantol ocho kilómetros y luego esperaba un camioncito de Transportes Vencedor para llegar a La Estribera el domingo en la tarde y regresaba el viernes a su casa. Mientras, se quedaba con una familia conocida de sus padres.

El doctor recuerda con gran nostalgia esa parte tan importante en su vida, la niñez.

«En el rancho donde crecimos antes de llegar a Cerro Alto teníamos muchas cotorras, había árboles muy frondosos. No había tecnología, no había luz, lo que se usaba eran los quinqués de petróleo, aprendimos a conocer cuándo habría cambios en el clima y hasta saber la hora con el paso de aviones; escuchábamos en un radio de pilas la clásica XEW, la Ranchera de Monterrey, a veces la B grande de México y la que era local la Radio Panorámica en la que al mediodía había un programa de huapangueros con don Román Araujo y Los Parientes que era algo clásico a la hora de la comida».

En La Estribera, el maestro de sexto, Profesor Jesús Flores Guerrero, quién era originario de Cárdenas, San Luis Potosí, viendo que para los jovencitos de la zona la única alternativa después de terminar la primaria o secundaria era el corte de caña o labores agrícolas como siembra de maíz, frijol, cuidar los potreros.

«Mi papá era muy estricto, callado, nunca nos atrevimos a decir una palabra altisonante; mi mamá era una ferviente católica que rezaba el rosario antes de dormir, había un altar en casa y a ella la iban a buscar como rezandera».

A invitación del profesor de Cárdenas, Antolín Guerrero se fue a ese municipio de la zona Media donde estudió la secundaria nocturna.

«Me ofreció su casa para vivir; me acuerdo que su esposa tenía amenaza de parto prematuro y prácticamente debía estar todo el día en la cama; tenía dos hijos y a mí me enseñó dede la cama cómo cocinar, lavar ropa, barrer, trapear, todos los asuntos domésticos»

EL GOLPE MÁS DURO

Estando en Cárdenas, venía cada uno o dos meses a su casa.

«Cuando regresaba era algo extraordinario: había animales, algarabía, alegría, una gran fiesta, era el único que estaba fuera y cuando regresaba salían los perros, las gallinas, los marranos, ahora recuerdo con nostalgia, de pronto regreso y no es lo mismo, esa generación ya no existe».

Recuerda que era un 1 de noviembre cuando regresó, pero está vez nadie salía.

«Veo a mi hermana, me abraza y me dice papá está malo. Me explica que andaba en el corral haciendo unos hoyos, se cayó y no despertaba».

Al ver la gravedad del asunto, se fue a buscar a quien tuviera camioneta pasajera, que daban el servicio de transporte. Llegó a la ciudad y buscó médicos que tuvieran la disponibilidad para ir hasta el rancho.

«Ya eran como las 3, 4 de la tarde cuando me encontré a una señora conocida, doña Amelia, y me dice vamos a traerlo mejor. Regresamos pero papá había muerto. Murió el 1 de noviembre de 1979 por un accidente cerebro muscular tipo hemorrágico con crisis hipertensiva ya que era hipertenso, y debido a las precariedades no se atendía bien la enfermedad».

Fue el golpe más duro para el entonces adolescente que además del dolor, sintió la impotencia de no haber podido salvar a su padre.

ESTUDIAR MEDICINA

Regresó a Cárdenas, terminó la secundaria y bachillerato, luego hizo examen de admisión para la Universidad Chapingo pero no logró ingresar. Quería estudiar agronomía pues su intención era regresar al campo y ser investigador.

Vio como su mejor opción la carrera de Medicina, pero ya no alcanzó cupo en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

«Me enteré por mi maestro que la universidad e Montemorelos Nuevo León aplicaría apenas el examen de admisión, me fui para allá y lo pasé».

Vivió seis años en un internado o albergue, conviviendo con jóvenes de unos 20 países más que también tenían la ilusión de ser médicos.

«Conocer a personas de otras partes del mundo me dió una visión distinta de la vida, un panorama muy amplio de una visión del mundo que nos llevó a desarrollar un gran amor por la humanida y el entorno».

Hizo su internado al egresar, en la misma escuela en La Carlota, y para el servicio social se vino a su tierra pero no hubo opciones, así que regresó a Nuevo León y llegó asignado a la comunidad Loma de San Diego en el municipio de Aramberri, donde era el primer médico que llegaba y se creó el Centro de Salud.

«Es una comunidad que está en las partes más altas del estado, hace mucho frío, hay pinos, la economía principal era la cría de borregos para venderse su lana».

A los seis meses lo enviaron a la comunidad Santa Rita, en el municipio de Doctor Arroyo. Había entonces un conflicto en la comunidad por la actividad principal que era la extracción de lechuguilla y con su carácter pasivo ayudó a que se tranquilizara la situación.

SU INGRESO AL SECTOR SALUD EN SU ESTADO

El doctor regresó a su tierra, recuerda que en ese tiempo había un brote de cólera en el Estado de México que pronto se diseminó en el país. Eran finales de 1992 cuando llegó a Ciudad Valles.

Siendo jefe de la Jurisdicción Sanitaria Alejandro Muñoz Idoana, ingresó a la institución como voluntario y después fue contratado.

Estuvo en varios departamentos y en el 2002 lo asignaron como médico en el Centro de Salud de Las Huertas, uno de los ejidos más alejados de la ciudad, a unos 50 kilómetros, colindando con Tamaulipas.

Estuvo allí un par de años, después ingresó a la medicina privada. En el 2004 le abrieron las puertas en Radio Panorámica con «Diga no al Silencio», que era un programa de denuncia, periodismo de investigación y labor social.

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